Calor en la Sombra

“Calor en la sombra” no sólo es un álbum de la banda estadounidense de hard rock KISS, lanzado en 1989, y en donde se incluyen éxitos como “Forever”, “Cadillac Dreams” y “Hide Your Heart” (Esconde tu corazón), y en cuya portada Hot in the Shade (Calor en la Sombra) aparece una pirámide egipcia, que alegre se protege del ardiente sol con lentes negros.

“Calor en la Sombra” es el espacio de periodismo y difusión que ustedes estaban esperando, en el que aparecerán textos principalmente de mi autoría y a veces de amigos invitadoscomo artículos de análisis, frescos ensayos, crónicas, reseñas de libros, notas periodísticas, así como entrevistas, semblanzas o retratos de personajes del arte, la cultura, y por qué no, hasta de la política, entre otros temas de interés.

Así como algunos personajes pintorescos de dominio público y otros de la calle, que deambulan bajo la sombra del anonimato, y que en muchas ocasiones han aportado algo al mundo; aunque el mundo se haya olvidado de ellos.

Será también un espacio de difusión de otros blogs afines de periodistas y escritores amigos, plumas finas y lentes tenaces como el cronista Kristian Antonio Cerino, el periodista Víctor Ulín y el reportero gráfico Jaime Avalos, por mencionar algunos, relacionados a la causa, que viven y trabajan y respiran bajo la lluvia de fuego de Tabasco “Capital mundial del calor y los mosquitos”, donde la temperatura se dispara por encima de los 45 grados, y alcanza a la sombra, los 40. Tierra donde El sol se saca del bolsillo el día.

Ya sea en tu computadora, en tu BlackBerry o en un periódico que los publique, estos textos son ideales para disfrutar en la oficina, en el sofá de tu casa o en una hamaca… Siempre bajo el Calor que nos brinda la Sombra.

Sean ustedes bienvenidos, esta es su casa, pueden entrar en ella cuando ustedes gusten, o como dijera la canción de Eagles, Hotel California: “Puedes visitarlo cada vez que quieras, pero nunca lo podrás dejar…”

Atentamente:

Jaime Ruiz Ortiz

Fotografía de portada: Ricardo Cámara

Diseño de portada: Armando Gómez Romero

sábado, 21 de junio de 2014

Mario Ramón Pérez Lanestosa

‘Yo no sabía qué era SAPAET’

DE LA SERIE: PIONEROS DEL AGUA POTABLE


En plena época del esplendor tabasqueño, Mario Ramón Pérez Lanestosa fue el segundo hombre que estuvo al mando del primer organismo operador del agua potable en México.



Enrique González Pedrero, Lanestosa y Humberto Mayans Canabal,
en las épocas de gloria de Tabasco.


 Si he perforado pozos petroleros
de hasta siete mil metros de profundidad,
cómo madres no voy a poder con esto.


Por Jaime Ruíz Ortiz

El segundo día del mes de enero de 1983, Mario Ramón Pérez Lanestosa (Jalapa, Tabasco, 1940) estaba trabajando en los pozos petroleros de Reforma, cuando el Lic. Eduardo Beltrán le habló ese domingo y le dijo a quemarropa: “Te vas a hacer cargo de Sapaet”.

El Ingeniero Petrolero por la UJAT, con 18 años trabajando hasta ese entonces en perforación, que tenía a su cargo a unas dos mil personas y cien equipos de perforación, reconoce que había escuchado hablar del organismo operador, pero “no sabía qué era Sapaet”.

¿Y por qué yo? reviró sorprendido el nuevo funcionario ¿quién me puso ahí?
El gobernador del estado se fijó en ti Respondió Beltrán.
¿Y por qué en mí… si él ni me conoce?

Al día siguiente, en las oficinas de SCAOP, a cargo en ese entonces de Humberto Mayans Canabal, le entregan un clip de mariposa con tres llaves, y ahí externa su segunda y la que tal vez fue su última duda en los seis años que estuvo a cargo del organismo operador: “Ahora sólo díganme ¿en dónde queda Sapaet?”

En aquellos tiempos, Tabasco se encontraba entre el lugar 25 y 28 en cuanto a agua potable y alcantarillado, y precisamente una de las prioridades del gobernador entrante era el agua potable y el alcantarillado.

A su ingreso en el organismo operador, conoció a los ingenieros Irineo y a Vera; a Salinas, a Polo y a Morales, quienes lo apoyaron y le aportaron muchas ideas.

Lanestosa tomó el reto con seriedad: “Si he perforado pozos petroleros de cuatro, cinco y hasta siete mil metros de profundidad, cómo madres no voy a poder con esto”.

De 1983 a 1989, tiempo que Lanestosa estuvo a cargo de SAPAET, se hicieron los cárcamos Tamulté, La Pólvora, El Negro y el de Méndez, “obras monumentales que hasta palmeras les pusimos”.

A través del Programa de Acción Concertada para el Desarrollo Urbano (PACDU), se ampliaron las redes de agua potable en los municipios de Comalcalco, Cárdenas, Cunduacán, Macuspana y Paraíso, y se construyeron líneas de Conducción, redes de distribución, tomas domiciliarias de los sistemas de agua potable, así como cisternas de rebombeo, tanques metálicos elevados y pozos profundos.

En estos municipios se construyeron colectores, emisores, atarjeas y descargas domiciliarias de los sistemas de alcantarillado, así como los PTAR.

En Centro, se realizó la nueva Planta Potabilizadora Villahermosa, con más capacidad, en Paseo de la Sierra, que sustituyó al pequeño y viejo sistema que había antes ahí, misma que fue inaugurada por el presidente de la República Miguel de la Madrid. Se erigieron los tanques elevados, entre muchas obras más.

Se construyeron lagunas de oxidación en Comalcalco, Cárdenas, Cunduacán y Macuspana. En Paraíso se hizo una Planta de tratamiento de aguas negras con tecnología moderna y un filtro-rociador; otra planta anaerobias en Cárdenas. Y construyó el sistema Benito Juárez, en Macuspana.

“Si ya aguantaron treinta años,
porqué no van aguantar
tres meses más”.

Enrique González Pedrero
Gobernador de Tabasco (1983–1987)

 Mario Lanestosa es un álbum de anécdotas. Cuenta que una vez viniendo de Cárdenas, junto al igeniero Felipe Irineo, Señor, Clave-veinte Clave-veinte, le dijo por radio don Atilano, el operador, el gobernador lo necesita con urgencia en el Palacio de Gobierno, por un asunto de Benito Juárez.


Ese proyecto ya lo tenemos pero es carísimo advirtió Irineo. Y nunca han autorizado el dinero porque todavía no hay nada; hay que hacerlo todo.


Se trataba de un gran proyecto concebido desde el tiempo de Carlos Alberto Madrazo Becerra, mismo que no se había llevado a cabo. Tenían que ampliarlo, corregirlo, perfeccionarlo y, más difícil aún: construirlo. Era una obra monumental.


Por lo que al Palacio de Gobierno arribaron provenientes de San Carlos (Macuspana), un grupo de mujeres “enardecidas”, “de armas tomar”, acompañadas de sus maridos y de un delegado municipal que era una fiera, a exigirle al gobernador una pronta solución.


¿Y cuál era el problema? Los habitantes de San Carlos clamaban por el servicio de agua potable desde hacía tres décadas.


Al llegar el ingeniero Lanestosa a la sede del ejecutivo estatal, con el proyecto imaginado en la cabeza, con los datos que le dio Irineo; el gobernador del estado Enrique González Pedrero manifestó frente aquella multitud enardecida: “Aquí ya llegó el director de Sapaet… aquí les va a decir a ustedes cuándo vamos a tomar un vaso de agua potable a San Carlos… A ver ingeniero, ¿cuándo?”


En tres meses Señor le dije.

González Pedrero cuyo lema de campaña había sido Hablarán los hechos―, les dijo una frase que los tranquilizó: “Si ya aguantaron treinta años, porqué no van aguantar tres meses más”.

Lo querían hasta besar recuerda Lanestosa sonriendo.

Al darse vuelta la multitud rumbo a San Carlos, alegres. Mario Lanestosa estaba retirándose del lugar, cuando “¡Hey!” lo llamó el gobernador “Ven para acá”. Lo sienta enfrente y le pregunta en corto:

Dígame la verdad ingeniero. ¿Se hace la planta en tres meses?
No Señor contestó. La obra es de año y medio, mínimo. Pero si yo decía que en año y medio estaría lista, usted no se quita esta gente de aquí… y le queman el Palacio.

A partir del día siguiente arrancaron los trabajos con una inversión inicial de 100 millones de pesos, y después vinieron más recursos. Avanzaron rápido. “Ustedes mismos van a ser los supervisores de la obra, y si algo está mal hecho, me dicen y yo hago que se rompa y se haga de nuevo”, repetía Lanestosa. La gente estuvo pendiente. Muchos tubos, albañiles, material de primera, con tanque elevado y todo, subestación eléctrica y planta potabilizadora.


Aunque tardamos año y medio, todo quedó perfecto; nadie se quejó de nada. Ellos estaban felices porque veían que estábamos trabajando.



En un recurrido en el municipio de Centla.

Durante la gestión de Lanestosa en SAPAET, el cambio fue significativo en cuanto al agua potable y alcantarillado se refiere. De acuerdo a los “Informes de gobierno” de Enrique González Pedrero, publicado en Tabasco a través de sus gobernantes (1983-1987); en 1982 la cobertura del agua potable era del 39% y de alcantarillado el 25%. Para 1987 incrementó, ya que el 54.1% de los hogares disponían de agua potable, y el 33% del servicio de alcantarillado.

Mario Ramón Pérez, El Gato Lanestosa como le dicen sus amigos, es una especie de sargento. En los seis años que estuvo al mando de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado del Estado de Tabasco, SAPAET, explica que nunca tuvo ninguna problemática, porque “estoy acostumbrado a mandar: Nunca me anduve por las ramas”.

A sus setenta años de edad, visitado en su casa ubicada en la calle Secretaría de Economía de la colonia López Mateos, en Villahermosa; solo, delicado de salud pero con mucha fuerza, entre cajas de pastillas y recetas médicas, entre libros que ahora lee en sus ratos libres, dice que en Pemex nunca tuvo ninguna falta ni un retardo. Tampoco en Sapaet: “Cuándo diantres voy a tener una falta en Sapaet, si ahí dormía yo”.


Esta entrevista forma parte del libro “El Agua tiene Memoria” (La historia del manejo del agua potable en Tabasco), Gobierno del Estado de Tabasco, Comisión Estatal de Agua y Saneamiento, CEAS, 2012.


Pueden encontrarlo en la Librería Universitaria UJAT, ubicada en la avenida 27 de Febrero, en el Centro de la ciudad de Villahermosa.

viernes, 21 de marzo de 2014

Felipe Vera Camarillo: El hombre que enterró las primeras tuberías en el infierno verde

“El hombre que enterró las primeras tuberías en el infierno verde

Les comparto un fragmento de la entrevista que le hice a uno de los pioneros del agua potable en México, el hombre que enterró las primeras tuberías en Villahermosa: “los planos los tengo en mi cabeza, en mi memoria que se olvida a veces de algunas cosas, menos de eso”.

Por Jaime Ruíz Ortiz

Felipe Vera Camarillo nace en el estado de Guanajuato, el 4 de marzo de 1926. La primera vez que escuché la palabra ingeniero estaba yo chamaco —relata emocionado—. Hubo una temporada que llovió mucho y con esto se abrió un boquete en la azotea de la casa, y en eso concurre todo el barrio a averiguar qué es lo que había pasado; aquel suceso era la novedad.

Y alguien comenta acerca del techo: ‘Se va a caer’. Otra persona pregunta: ‘¿Pero cuánto tiempo tardará?’. Alguien más expone: ‘El único que podría decidirlo es un ingeniero’. Y yo me pregunté: ‘¿Y ese señor cómo le hará?’ Quería saber cómo ese hombre podía decidir si la casa se iba a caer o no. Ahí yo supe mi verdadera vocación: que iba a ser ingeniero.

Pertenezco a una familia de gente de trabajo. Y ya estando chamaco los papás lo encaminan a uno a que aprenda un oficio para ver en qué da uno resultados… Total, que en ningún oficio di resultados.

Intenté aprender a ser tornero, mecánico, y en varios oficios le busqué. Intenté de todo pero la pendejié. Hasta que llegó mi papá y dijo: ‘Tú no sirves pa’ nada, mejor ponte a estudiar’.

Gracias a esa situación de que ‘no servía yo para nada’, fue entonces que me metieron a estudiar la secundaria.

Aparece en las fotografías con sombrero campirano,
con sus manos dispuestas a la cintura,
con actitud victoriosa, de conocedor,
del que sabe que todo lo sabe.


Años después se tituló como ingeniero civil, siendo uno de los primeros ingenieros civiles que egresó de la Universidad de Guanajuato.

En Tabasco, junto con otros cuarenta colegas, funda, a principios de 1968, la asociación civil constituida con el nombre de Colegio de Ingenieros Civiles de Tabasco, A.C., siéndole otorgado el permiso correspondiente el día 4 de abril de ese mismo año.

—He visto a la ciudad de Villahermosa varias veces inundada y, desde luego, participé en la solución de esos problemas —apunta Camarillo. Su voz profunda, cavernosa, parece surgida desde la oscuridad de un pozo profundo.

En mayo de 2005, la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento de México (ANEAS) le hace entrega de la Presea al Mérito, “por su relevante contribución al desarrollo del sector agua potable, alcantarillado y saneamiento de México”, siendo el primer tabasqueño que ha sido merecedor de este premio. “Me invitaron de repente —dice— a la ciudad de México, y fui a buscarlo [el premio].”

Actualmente trabaja como asesor en el Sistema de Agua y Saneamiento (SAS) perteneciente al municipio de Centro. “Nunca me ha gustado —aclara— que me muevan el tapete. Ahí en el SAS voy cuando quiero, llego a trabajar cada vez que quiero.”

Para algunos, Felipe Vera Camarillo es un atlas viviente, una memoria que contiene los mapas de los laberintos de tubos que hierven bajo la capital del infierno verde.

“cubriéndose los labios, como tratando de evitar
que otros escuchen la respuesta que sale
entre sus dientes levemente abiertos”
(En la foto Humberto Mayans y José Ramón Pérez Lanestosa,
consultándole alguna opinión)

A sus 86 años de edad, y más de ocho décadas después de aquella anécdota en la que encontró su verdadera vocación, Felipe Vera observa el techo de la sala de su casa —ubicada en la colonia López Mateos, en la ciudad de Villahermosa—, mismo que tiene una compostura que hace alusión a lo que, un día, en su lejano Guanajuato, lo inspiró a estudiar ingeniería.

― ¿No cree que el problema que tiene su techo es muy parecido a lo que usted vio de niño y lo inspiró a ser ingeniero? —le pregunto frente a aquella reparación.

Sorprendido, contesta, rascando su lisa cabeza.

― ¡Ay caray! No me había fijado… Pero tienes mucha razón.

¿CÓMO ES LA COSA? El día de hoy que estaba subiendo a mi blog este texto, llegó a la oficina, Felipe Vera Gaxiola, hijo de dob Felipe Vera Camarillo, y platicamos un rato de él y nos tomamos esta foto.


Este texto es parte de la entrevista titulada “Yo era quien tomaba las decisiones”, publicada en el libro “El Agua tiene Memoria” (La historia del manejo del agua potable en Tabasco), Gobierno del Estado de Tabasco, Comisión Estatal de Agua y Saneamiento (CEAS, 2012). Es también un humilde homenaje a uno de los pioneros del agua potable en Tabasco y en México, Felipe Vera Camarillo, quien falleció el 21 de septiembre de 2013.